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17 ene 2011

'Maniac'

(Maniac. William Lustig. Estados Unidos. 1980. 83 minutos) Una anécdota personal: vi por primera vez esta película cuando tenía  once o doce años, trece a lo sumo. Cómo un niño accede a ver algo así no tiene mucho misterio y tampoco hay que culpar a mis padres: a esa edad ya me gustaba comprar mis propias películas y me encantaba pasarme las horas muertas en los videoclubes o, como en esta ocasión, rebuscando en los cajones de VHS de oferta en los grandes almacenes. Ahora parece mentira, pero hubo un tiempo en el que el Pryca podía darle a uno la oportunidad de llevarse a casa ediciones originales de Robowar, Kung Fu Kids o Maniac a precios de risa. La carátula de esta última me resultó especialmente llamativa, no sólo por el poderoso dibujo que la ilustraba (del cual se me escapaban los evidentes símbolos fálicos y sexuales), sino porque en el reverso no aparecía ni una mísera fotografía acompañando a la sinopsis escrita en blanco sobre negro, lo cual no hizo más que aumentar mi curiosidad por comprármela. Cuando vi la película no pude hacer otra cosa que horrorizarme. Estaba acostumbrado a dejarme las pestañas viendo una y otra vez las correrías de Freddy o Jason, pero nada me había preparado para la sordidez y la violencia de Maniac. Terminé el visionado con los ojos como platos, con el estómago revuelto y totalmente acojonado, como me pasaría poco después al descubrir la primera Matanza de Texas en televisión. Ese retrato de una mente enferma, ese día a día de un psicópata plasmado con absoluta frialdad, la falta de sentido lúdico y la horrible presencia de Joe Spinell me hicieron odiar Maniac hasta tal punto que cogí un trozo de celo, lo pegué en la pestaña de la cinta y grabé cualquier cosa de la tele encima. Incluso tiré la carátula a la basura, para asegurarme de que no volvería a caer en la tentación de ver de nuevo la que, salvo error de mi memoria, fue la primera película que me lo hizo pasar realmente mal. El plan no funcionó del todo: casi veinte años después de aquello, no pude reprimirme al ver una edición en DVD de dos discos y tuve que comprarla.

LO MEJOR: El escalofriante trabajo de Joe Spinell.
LO PEOR: Puede provocar pesadillas, aunque esto
también puede considerarse una virtud.
Al revisitarla, entiendo mejor de dónde proviene el horror que me provocó Maniac en su momento: el punto de vista. La característica más llamativa y la mayor virtud de la película reside en estar narrada desde la visión del psicópata, despojándonos de cualquier asidero emocional ajeno a la psique de un asesino en serie. En Maniac no hay héroes, no hay chicas fuertes enfrentándose a un asesino enmascarado (el personaje de Caroline Munro sólo es una excusa para plantear la bipolaridad de Frank Zito, el psicópata, además de para introducir una subtrama que nos conduzca hasta el pesadillesco clímax final), no hay una trama policíaca en la que unos investigadores sigan pistas que les lleven hasta el criminal, no hay humor, no hay diversión ni espectacularidad (a no ser que entendamos por espectacular ese brutal momento a cámara lenta en el que el maníaco salta encima del capó de un coche con una escopeta y le vuela la tapa de los sesos a Tom Savini), el sexo está mostrado con la misma represión que sufre el protagonista y el suspense casi brilla por su ausencia. Esto podría hacerles pensar que Maniac es un truño, pero no: la manera en la que William Lustig maneja el tono seco de la historia resulta estremecedor, con esa fotografía sucia en 16mm. y ese ritmo pausado y contemplativo para un guión en el que tienen cabida tanto los asesinatos de Frank Zito como sus diálogos internos, en los que descubrimos de dónde vienen sus traumas (es, literalmente, un hijo de puta). Pero sobre todo Maniac posee una fuerza abrumadora por la escalofriante interpretación de Joe Spinell, quien estudió la vida de varios psicópatas reales para escribir el guión. Spinell, un auténtico vividor que venía de trabajar con Sylvester Stallone, Francis Ford Coppola o William Friedkin, concretó por fin con Maniac su sueño de hacer un papel protagonista y el resultado sólo puede calificarse de sobrecogedor, convirtiéndose en el personaje y adueñándose de cada minuto de metraje de manera soberbia. Su rostro, su voz, sus formas permanecen en la memoria del espectador días después de haber visto la película, siendo capaz de provocar tanto ternura por su patetismo como pesadillas por su atemorizante presencia. Quizá alguien debería hacer un biopic sobre su vida, apasionante, sórdida y trágica, con un final absurdo y triste, como se nos cuenta en el extenso documental que aparece en los extras del dvd, junto a fragmentos de la inconclusa Maniac 2: Mr. Robbie, que Spinell rodó con Buddy Giovinazzo.

Queda saldada pues mi cuenta con Maniac, cinta que primero odié y ahora me parece absolutamente recomendable. Dos cosas sobre el trailer: la primera es que no es apto para espectadores sensibles, la segunda es que contiene spoilers de los gordos. Allá ustedes.


1 comentario:

Pedro José Tena dijo...

Un detalle interesante del que me enteré en los extras del dvd y que no he mencionado en la reseña: el papel que hace Caroline Munro estaba pensado para Daria Nicolodi, quien finalmente no pudo rodar la película porque se encontraba en Italia finalizando 'Inferno' de su marido Dario Argento.